Los padres sobreprotectores son aquellos que
se pasan horas cavilando y preocupándose de sus hijos. No es necesariamente
mimar a los hijos, es una implicación emocional intensa y excesiva y que,
además, conlleva la necesidad de controlar al hijo. Todo esto lleva a una
dependencia tanto de los padres hacia los hijos como de los hijos hacia los
padres, aunque aparentemente pueda parecer una relación estupenda, esto
puede traer grandes problemas en el futuro de los hijos, que se manifestará
de forma palpable en su edad adulta, aunque nadie sabrá cuales fueron las
causas de esas características, que pueden llegar a convertirse en
problemas de personalidad.
Un niño que ha crecido en un ambiente de
excesiva atención, preocupación asfixiante o con los deseos de los padres
convertidos en obligaciones o expectativas demasiado altas para la
capacidad del hijo, puede encontrarse en su edad adulta con graves
problemas. No vamos a explicar, ni tampoco a enumerar las características
de los buenos padres, pero lo que sí es algo evidente es que se debe
aceptar al hijo tal y como es, sea cual sea su físico, sus virtudes,
personalidad, forma de ser, etc.; no hay que obsesionarse con el niño;
enseñarle las cosas que no sabe y no hacerlas por ellos, aunque lo hagan
mal o tarden mucho tiempo; evitar el miedo asfixiante hacia los hijos,
desgraciadamente lo que les tenga que suceder les sucederá; no imponerle
los sueños de los padres no cumplidos de pequeños, ellos tienen sus propias
ideas y hay que aceptarlas aunque no coincidan con las de sus padres; saber
que el hijo es capaz de lo que se proponga, animarlo en sus intentos y no
creer o tener miedo al fracaso; utilizar la comunicación como ejercicio
diario, escucharlo, comprenderlo y ponerse en su lugar, aunque sus ideas o
convicciones sorprendan o no se piense igual; alabar sus virtudes o logros
y reconocer sus fallos; fomentar su independencia hasta lograr su
autonomía; animarlos a demostrar sus sentimientos, sean de alegría o
tristeza; interesarse en la vida del hijo, pero no querer controlarla.
Los padres piensan que amar es hacer el
camino más fácil a los hijos, cuando realmente, además de amor, lo que
necesitan es:
- Adaptación y reconocimiento de lo que
realmente es.
- Respeto y tolerancia de sus ideas y
sentimientos.
- Libertad para tomar decisiones.
- Apuntalar las cualidades y aceptar sus
limitaciones.
- Potenciar la creatividad.
- Sentimiento de haber contribuido a hacer
algo.
- Oportunidad de compartir los sentimientos
de pérdida, dolor o rabia.
En los primeros años de la infancia, los
hijos no podrían sobrevivir si les obligaran a ser ellos mismos, pero
cuando crecen se les debe alentar en su independencia y reducir la
necesidad de sus padres.
¿Por qué sobreprotegen a sus hijos?
Los padres dan amor a sus hijos porque es lo
que sienten, pero existen otras muchas razones de dar, ayudar y
obsesionarse por los hijos:
- Dar para apoyar la propia autoestima: una
persona que nunca se siente bien consigo mismo intenta compensarse
demostrando que puede ser un buen padre o una buena madre.
- Dar para compensar con creces la privación
anterior: una frase muy común en los padres es "no quiero que mi hijo
sufra todo lo que yo he sufrido".
- Dar para aliviar la culpa y la incomodidad:
a veces las frustraciones del niño llevan a los padres a revivir sus
propios fracasos y dolores y esto hace que se sientan incómodos y hacen que
el niño se ahorre esas frustraciones haciendo por él lo que ellos podrían
haber hecho.
- Dar para llenar el vació interior. Muchas
veces, matrimonios que fracasan se vuelcan en sus hijos para darles todo lo
que a ellos les falta o les ha faltado en su infancia.
- Dar para compensar la ausencia del otro
padre. Uno de los padres puede ser alcohólico, egoísta, estar enfermo, ser
indiferente o tratar mal al niño; de esta forma, el otro se siente culpable
y teme que el niño crezca con problemas emocionales si esta falta no es
compensada, sin aliviar de todas formas la falta del otro padre.
- Dar para compensar la propia ausencia. Los
padres están muy preocupados por su trabajo y están muy poco tiempo en
casa; para compensar su ausencia les colman de regalos y les consienten en
exceso.
- Dar a cambio del comportamiento del niño.
Cada vez que el niño tiene una pataleta, para tranquilizarlos y no escucharlos
le consiente lo que quiere. Así el niño aprende a cambiar su comportamiento
a cambio de soborno y aprende a manipular a sus padres; cada vez las
pataletas serán más grandes para conseguir más.
Todo lo que aquí se ha expuesto sobre la
relación de padres e hijos, efectos negativos de la sobreprotección, causa
de la obsesión por los hijos, son hechos que pueden ocurrir en cada
familia, tenga las características que tenga. Si el niño sufre alguna
enfermedad, discapacidad o cualquier otro problema no es razón para pensar
que hay que actuar con él de forma diferente, porque independientemente del
problema que el niño sufra, más o menos agudo, puede llevar una vida tan
saludable, conseguir su independencia y autonomía como otro niño
cualquiera.
Cuando en una familia nace un niño con algún
problema, el mundo se le viene encima y es probable que no sepan cómo
actuar. Lo mejor es buscar ayuda profesional, pero en casa se debe dar una
educación como si se la diéramos a su hermano que ha nacido completamente sano.
Puede ser más duro o suponer un mayor
sacrificio y necesitar más insistencia, pero no por ello se debe pensar que
el hijo no será capaz de hacer las cosas cotidianas que hacen los demás
niños de su edad. Seguramente, si sufre una discapacidad mental no tendrá
el mismo desarrollo que los demás niños, tardará más tiempo en desarrollar
sus habilidades y no hay que compadecerse pensando que el niño tendrá que
llevar una vida diferente. Si se les ayuda a potenciar al máximo sus
capacidades, podrán llegar a realizarse como persona, sea cual sean sus
limitaciones y lograrán si independencia y su autonomía, llegando un día a
no tener que depender de los padres que no siempre tendrán a su lado.
Algún día los padres faltarán y los hijos no
sabrás enfrentarse solos a las cosas más sencillas de la vida, porque
siempre hubo alguien que se lo hacía porque lo quería mucho y quería que
fuera feliz. Y ahora está triste y deprimido porque no es capaz de valerse
por sí mismo.
Unos padres sobreprotectores no es algo
accidental, sino que generalmente han crecido en una familia donde sus
necesidades emocionales de afecto, amor y reconocimiento son denegados o
satisfechos de modo insatisfactorio; sus padres han podido ser
indiferentes, demasiados exigentes o haberles maltratado física o
psíquicamente.
Es perjudicial hacer sentir al hijo el mejor
del mundo porque luego, cuando no estén los padres para decirle lo
maravilloso que es, inventará mil excusas para sentirse alabado por los
demás y no reconocerá sus propios fallos. También es perjudicial hacerle
creer al hijo que no vale nada, porque no logra ser lo que a los padres les
hubiera gustado que fuese; así, se sentirá tan inútil que pensará que no es
capaz de vivir sin ayuda.
Los padres con mensajes indirectos pueden
llegar a influir tanto en la vida de un hijo que lleguen a transmitirle el
miedo a que el hijo se independice y pueda valerse por sí mismo, con el
terror de que el hijo pueda verse en una situación de riesgo o de dolor.
Las expectativas de los padres se convierten en la del hijo, las ideas y
juicios de éstos se interiorizan en el hijo y se proyectan en amigos y
amantes.
Muchas veces los padres esperan tanto de los
hijos, son tan exigentes, que los hijos, cuando son mayores, necesitan a
alguien del que depender, ya sea amigo o compañero sentimental, igual que
antes dependían de sus padres. Hasta podría ocurrir que esos niños, de
mayores, intenten cambiar y hacer a su gusto a esa persona, de la misma
forma que intentaba hacer su padre cuando era pequeño, pero el problema
está en que es probable que nunca encuentren el ideal de persona, las
relaciones se hacen difíciles, se hacen demasiado perfeccionistas y no
llegan a sentirse llenos, siempre piensan que les falta algo, aunque a lo
mejor esa persona es maravillosa, pero no se dan cuenta y se decepcionan.
También puede pasar que los niños que en su
infancia han sido muy queridos, se han sentido tan abrumados que cuando son
adultos tienen miedo a una relación estable, una relación que les absorba.
La cuestión no está en educar bien o mal a un
hijo, los padres que quieren a sus hijos desean su felicidad, pero hay que
saber diferenciar si lo que intentan conseguir es la felicidad del hijo o
la suya propia.
Estos hechos son simples hipótesis, lo que no
quiere decir que todo niño sobreprotegido en la infancia vaya a tener los
mismos síntomas en su edad adulta. Aunque existen más probabilidades de que
esos efectos sean más negativos que positivos y en casi todos los casos que
no sean percibidos en las personas sobreprotegidas.
Es evidente que los padres son un elemento
muy significativo en la educación de su hijo, con lo cual tienen un papel
muy importante en la personalidad futura de su hijo. Con todo esto no se
pretende ofrecer una guía con las pautas más adecuadas que se deben seguir
en la educación de un hijo, sino más bien exponer que ciertos
comportamientos inconscientes de los padres- a veces conscientes- pueden
influir de manera negativa en los hijos.
Hay que saber hasta qué punto un padre puede
meterse en la vida de un hijo, averiguar cuándo le debe prestar ayuda y
cuándo dejar que sea él solo el que se saque " las castañas del
fuego". Es doloroso ver a un hijo en una situación difícil, pero se
debe comprender que un hijo crece, se debe independizar y lograr su autonomía,
porque los padres no son dioses y no siempre van a estar para ayudarles o
decirles cómo deben actuar.
Además hay que aceptarlo como es, con sus
virtudes y defectos. Cuando se desea tener un hijo, se quiere que sea
maravilloso y que sea feliz. Pero ¿qué ocurre si ese niño nace con
problemas y le cuesta adaptarse a la vida cotidiana?. No se le puede pedir
más de lo que puede dar, pero lo poco que dé, aunque no sea lo que los
padres han soñado, les tendría que parece un triunfo y no hacerle creer que
es un don nadie. Que ahí fuera, en el mundo, hay gente que les hará daño es
algo que debe descubrir por él mismo, hay que darles la oportunidad de
aprender, igual que un día la tuvieron los padres.
También hay que tener en cuenta que las
necesidades que los padres no vieron satisfechas en su infancia no van a
ser las mismas que tendrás los hijos. Si unos padres quisieron ser
pianistas de pequeños y no llegaron a serlo, se debe saber que quizá el
hijo no quiera ser también pianista, a lo mejor le gusta el deporte y deben
respetar su opinión, escucharlos y comprenderlos, aunque no sea lo que los
padres habíamos soñado que fuera.
Los padres tienen hijos porque así lo deciden
y por eso los hijos no tienen una deuda pendiente con los padres, aunque
estos hayan dado la vida por ellos.
Tomado de
: http://www.libreopinion.com/members/fundacionhomero/proteccion.html
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