"El antídoto". Un cuento sobre el miedo y
cómo librarse de él
Marina y Antonio son dos educadores a
los que les gusta dibujar y escribir respectivamente. Viven en Puerto Lumbreras
con su pequeña Vera.
En estos días de confinamiento hemos
querido aunar sus pasiones en forma de un bonito y estimulante cuento
ilustrado.
Aquella mañana a Manel le estaba costando trabajo despertar. Había dormido
profundamente y, cuando subió la persiana, aún tenía los ojos pegados. Y así,
pegado, pegado a la ventana fue como se quedó durante un buen rato, mirando lo
que parecía una foto fija. El paisaje era el mismo de siempre, pero Manel
estaba pasmado. Era como si la vida fuera una película y alguien le hubiera
dado al pause.
—¿Hoy es domingo? —preguntó Manel aún
medio dormido.
—No, hoy es lunes —contestó su madre.
—¿Cómo pueden haber desaparecido todas las personas y los coches? —se preguntaba
Manel, mientras continuaba mirando por la ventana al tiempo que buscaba posibles
explicaciones.
Pensó que podrían haber llegado extraterrestres a la Tierra o que podía tratarse de una
invasión zombi. Y al imaginárselo, un escalofrío recorrió su cuerpo. En ese preciso
instante, un señor apareció caminando con las bolsas de la compra. Manel corrió hasta la
cocina (que daba a otra calle) y vio pasar un coche y a una muchacha paseando un perro.
—No, hoy es lunes —contestó su madre.
—¿Cómo pueden haber desaparecido todas las personas y los coches? —se preguntaba
Manel, mientras continuaba mirando por la ventana al tiempo que buscaba posibles
explicaciones.
Pensó que podrían haber llegado extraterrestres a la Tierra o que podía tratarse de una
invasión zombi. Y al imaginárselo, un escalofrío recorrió su cuerpo. En ese preciso
instante, un señor apareció caminando con las bolsas de la compra. Manel corrió hasta la
cocina (que daba a otra calle) y vio pasar un coche y a una muchacha paseando un perro.
—¡Mamá, mamá, hay gente! ¡Mira, hay gente! —gritó con alivio.
Su madre se rio.
—Claro, hijo, claro que hay gente —respondió con total normalidad.
Mientras desayunaban pusieron la tele.
—Otra vez hablando de la cuarentona esa en las noticias, ¡qué pesados! —dijo Manel.
—Cuarentona no, cuarentena. Es cuarentena. La cuarentona soy yo —bromeó su madre.
Después de desayunar, Manel cogió su mochila para ir al cole, pero cuando iba a salir su
madre le pidió que se sentara un momento porque quería explicarle algo.
—Manel, hoy no hay cole. Y mañana
tampoco. En realidad, vamos a estar unos cuantos días sin cole y sin salir de
casa.
Su madre le explicó que había una epidemia de un virus que estaba haciendo enfermar a mucha gente, y que no podían salir hasta que no se fuera ese virus. Para Manel aquello era parecido a estar en la cárcel, aunque al menos estaba con sus padres y, en casa, tenían de todo.
Su madre le explicó que había una epidemia de un virus que estaba haciendo enfermar a mucha gente, y que no podían salir hasta que no se fuera ese virus. Para Manel aquello era parecido a estar en la cárcel, aunque al menos estaba con sus padres y, en casa, tenían de todo.
Los padres de Manel estaban muy
asustados y ese miedo rápidamente se le contagió a él también. En las noticias
todo el tiempo estaban hablando del dichoso virus, y la gente tampoco hablaba
de otra cosa. Nadie se daba cuenta, pero cuando las personas veían la tele o
llamaban por teléfono se propagaba un nuevo virus: el virus del miedo. El miedo
se extendió rápidamente y paralizó el país. Mucha gente perdió su trabajo y
algunos tuvieron
dificultades para poder salir adelante. Era una situación difícil, porque el peligro del virus era real, pero el miedo también podía llegar a ser muy peligroso.
Pasaron unos meses y todo volvió a la normalidad. Los médicos habían advertido de que el virus estaba bajo control, pero que no se había eliminado por completo, lo que provocó que mucha gente continuara asustada.
El primer día de cole se respiraba en el ambiente una mezcla de alegría y extrañeza. Todo era como siempre pero, después de tanto tiempo encerrados, ir a la escuela era algo nuevo y emocionante. Ya en clase, la maestra dedicó un buen rato a hablar con sus alumnos sobre cómo se encontraban y cómo habían pasado el encierro. Los niños fueron contando, uno a uno, sus experiencias. Todos coincidían en que habían pasado miedo y que se había hecho duro estar tanto tiempo sin salir de casa. Y muchos aún tenían miedo de poder contagiarse. La única que no parecía tener interés en hablar era Sofía, que estaba dibujando mientras escuchaba a sus compañeros.
dificultades para poder salir adelante. Era una situación difícil, porque el peligro del virus era real, pero el miedo también podía llegar a ser muy peligroso.
Pasaron unos meses y todo volvió a la normalidad. Los médicos habían advertido de que el virus estaba bajo control, pero que no se había eliminado por completo, lo que provocó que mucha gente continuara asustada.
El primer día de cole se respiraba en el ambiente una mezcla de alegría y extrañeza. Todo era como siempre pero, después de tanto tiempo encerrados, ir a la escuela era algo nuevo y emocionante. Ya en clase, la maestra dedicó un buen rato a hablar con sus alumnos sobre cómo se encontraban y cómo habían pasado el encierro. Los niños fueron contando, uno a uno, sus experiencias. Todos coincidían en que habían pasado miedo y que se había hecho duro estar tanto tiempo sin salir de casa. Y muchos aún tenían miedo de poder contagiarse. La única que no parecía tener interés en hablar era Sofía, que estaba dibujando mientras escuchaba a sus compañeros.
—Sofía —dijo la maestra—, ¿y tú tienes miedo?
—No —, respondió escuetamente.
—¿Pero has pasado miedo estos días en casa?
—La verdad es que no. He estado muy a gusto estos días, aunque no he parado mucho por casa.
—¿No has estado mucho en casa?
—No —, respondió escuetamente.
—¿Pero has pasado miedo estos días en casa?
—La verdad es que no. He estado muy a gusto estos días, aunque no he parado mucho por casa.
—¿No has estado mucho en casa?
—No mucho, solo un poco entre viaje y
viaje.
—¡Pero si estaba prohibido salir de casa, e incluso había policía para hacer cumplir esa norma!
—Pues a mí no han podido encerrarme ni contagiarme el miedo.
La profesora y los compañeros la miraban atónitos.
—¿Y nos puedes contar a dónde has ido? —preguntó la maestra.
—¡Claro! —exclamó Sofía—. Primero di la vuelta al mundo en algo menos de ochenta días, luego bajé hasta el centro de la Tierra, y desde ahí fui a la Luna. A la vuelta, aterricé en una isla misteriosa, desde donde tuve que hacer veinte mil leguas de viaje submarino
para volver a casa.
—¡Seño, está loca! —gritaron algunos compañeros mientras Sofía se reía.
—¿De qué te ríes? —preguntó otro alumno.
—Será de saber que estoy loca —contestó mientras seguía riendo.
En ese momento la profesora empezó a reír también.
—¡Pero si estaba prohibido salir de casa, e incluso había policía para hacer cumplir esa norma!
—Pues a mí no han podido encerrarme ni contagiarme el miedo.
La profesora y los compañeros la miraban atónitos.
—¿Y nos puedes contar a dónde has ido? —preguntó la maestra.
—¡Claro! —exclamó Sofía—. Primero di la vuelta al mundo en algo menos de ochenta días, luego bajé hasta el centro de la Tierra, y desde ahí fui a la Luna. A la vuelta, aterricé en una isla misteriosa, desde donde tuve que hacer veinte mil leguas de viaje submarino
para volver a casa.
—¡Seño, está loca! —gritaron algunos compañeros mientras Sofía se reía.
—¿De qué te ríes? —preguntó otro alumno.
—Será de saber que estoy loca —contestó mientras seguía riendo.
En ese momento la profesora empezó a reír también.
—No está loca —dijo la maestra—. Lo que
pasa es que ha descubierto el antídoto contra el miedo y el aburrimiento.
Mañana seguiremos esta conversación cuando hayáis hecho los siguientes deberes
en casa. Anotad: Investigar en internet quién fue Julio Verne, su vida y su
obra. Y otra cosa antes de salir al recreo: ¿puedes enseñarnos lo que estás
dibujando, Sofía?
—Sí, mirad, es un gato que no para de molestar a un elefante que está junto a un acantilado y, al final, por miedo a que le muerda o le arañe, el elefante acaba despeñándose por el acantilado.
Apenas había terminado de decir la última palabra cuando sonó el timbre del recreo, y Sofía salió corriendo hacia el patio mientras gritaba: “¡libre, libre, soy libre!”. Y Manel corrió tras ella, no sabemos si para jugar o para preguntarle por aquellos viajes tan increíbles.
—Sí, mirad, es un gato que no para de molestar a un elefante que está junto a un acantilado y, al final, por miedo a que le muerda o le arañe, el elefante acaba despeñándose por el acantilado.
Apenas había terminado de decir la última palabra cuando sonó el timbre del recreo, y Sofía salió corriendo hacia el patio mientras gritaba: “¡libre, libre, soy libre!”. Y Manel corrió tras ella, no sabemos si para jugar o para preguntarle por aquellos viajes tan increíbles.
Texto: Antonio Francisco
Pérez Parra
Ilustraciones: Marina Guerrero Martínez
Ilustraciones: Marina Guerrero Martínez
Me gustó mucho el cuento, por qué nos enseña un antídoto para no tener miedo. Que es la imaginación
ResponderEliminarMe gustó mucho porque nos enseña a superar el miedo
ResponderEliminarMi nombre es karol estefa Iá Ospina González y soy del grupo 4-3 Y me gustó mucho porque nos ayuda a superar el miedo
ResponderEliminarQue lindo me gusto por que nos enseña a superar el miedo
ResponderEliminarSoy del grado 4-3
ResponderEliminarEste cuento nos ayuda a superar el miedo
ResponderEliminarJacobo Sánchez me gustó porque habla de una niña que con su imaginación trata de vencer el miedo
ResponderEliminarEste cuento nos ayuda a superar el miedo
ResponderEliminarEste cuento nos enseña a no tener mucho miedo
ResponderEliminarSoy Isabella Ocampo del grado 4.3, Sofía nos enseñó q leyendo nos podemos divertir
ResponderEliminarHola soy Matías Suárez 4-3 este cuento es muy bueno porque nos enseña que la risa es la cura para todo
ResponderEliminarHola soy matias rios maquez del grado 4.3.
ResponderEliminareste cueno me parece muy bueno pues nos enseña que no debemos de estar tristes y sonreir siempre para curar todo.
Me encanta el cuento por que nos ayuda a superar el miedo y a imaginar
ResponderEliminareste cuento nos ayuda a superar el miedo
ResponderEliminarEste cuento nos ayuda a superar nuestro miedo y eso me encanta
ResponderEliminarEste cuento nos ayuda a superar nuestro miedo y eso me encanta
ResponderEliminarHola soy Guadalupe MUNERA ECHAVARRIA CON LA DOCENTE LYDA ME ENCATO QUE NOS ENCEÑARAS COMO HADLA CORRECTA MENTE DE LAS PERSONA CON DISCAPACIDADES POR QUE HAY VESES ABLA DE UNA FORMA OFENCIVA DE ESTAS PERSONAS DISCAPACITADAS
ResponderEliminarHola soy Luciana cartagena giraldo del grado 4-3 este cuento nos ayuda a reconocer nuestras emociones y sobre todo a superar el miedo
ResponderEliminareste cuento me parece muy constructivo para cualquier persona, pues nos enseña a tener mayor confianza en nosotros mismos y también a no tener tantos miedos. Matias Rios Marquez 4.3
ResponderEliminarHOLA BUENAS NOCHES SOY GUADALUPE CALLE DE 4-3 ME ENCANTO ESTA HISTORIA YA QUE NOS DA A CONOCER VARIOS ASPECTOS QUE NOS SIRVEN PARA LA VIDA
ResponderEliminarHOLA BUENAS NOCHER SOU GUADALUPE CALLE DE 4-3 Y ME GUSATO MUUCHO YA QUE ME ENSEÑANZAN A CONFIAR EN MI Y EN LO QUE SOY CAPAZ DE HACER
ResponderEliminarHOLA BENAS NOCHER SOY GUADAULEP CALLE DE 4-3 YB ME AGRADO LA HISTORIA YA QUE DEJE VARIAS ENSEÑANZAS
ResponderEliminarhalo soy Jacopbo Sanchez del grado4-3 me gustaron mucho las historias ya q nos deja una enseñanza
ResponderEliminarsoy jacobo sanchez me gusto mucho porq nos enseña como podemos vencer el miedo
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